Entré a la Triennale de Milán esperando la narrativa habitual de la pérdida: una colección de nombres de los ochenta, repetidos con tanta frecuencia que arriesgan convertirse en símbolos en lugar de personas. Pero salí con una sensación completamente diferente. **A Visual Diary** de Fabio Cherstich no es una elegía. Es un espacio donde el amor se expresa abiertamente: tierno, lúcido y silenciosamente revolucionario.

La escenografía es sencilla: una mesa, un taburete, dos proyecciones, ocasionalmente un tocadiscos y el destello de una bola de espejos. Esta simplicidad es engañosa, pues abre un portal. Mientras Fabio habla y comparte imágenes y música, el Nueva York de los años ochenta cobra vida con una claridad impactante. Casi pueden oírse el ruido de la ciudad, el ambiente de los clubes, las charlas casuales antes de que comience una canción. No son los clichés de la época, sino su textura: la sensación de encontrar un lugar al que perteneces.

La obra gira en torno a tres artistas cuyas vidas fueron truncadas por el sida: Patrick Angus, Larry Stanton y Darrel Ellis. Cada uno tenía una perspectiva única. Lo que los conecta, en el relato de Fabio, no es la muerte sino un sentido de pertenencia. Estas historias no tratan el sexo como espectáculo; tratan sobre la comodidad y la energía de estar entre los tuyos, resguardados por una comunidad frágil pero radiante.

Patrick Angus pintaba teatros ocultos: no solo los escenarios literales de lugares como el Gaiety o el Apollo Sauna, sino el escenario invisible que se forma cuando extraños comparten los mismos riesgos y deseos. En sus pinturas de clubes de striptease y cines pornográficos, el enfoque no era la desnudez sino el público: oficinistas, dandis, los tímidos, los aburridos, hombres de negocios con sus maletines sobre las piernas. Estaban juntos, y esa unión era el verdadero tema.

El viaje de Fabio para entender a Angus comenzó con una reproducción vista en un teléfono y lo llevó hasta Fort Smith, Arkansas, a la casa de Betty Angus, la madre de Patrick. Los dibujos fueron sacados de debajo de las camas, las pinturas colgaban entre rastrillos y herramientas en el garaje. Así son los archivos reales antes de que intervengan las instituciones: paisajes privados de cuidado, preservados porque alguien eligió no desechar nada. Betty se convirtió en la guardiana de la memoria de su hijo, la protectora silenciosa de un legado que el mundo aún no sabía apreciar. Desde ese garaje hasta el Museo Whitney hay décadas de distancia, un viaje que solo en retrospectiva parece inevitable. Uno de los dibujos de Patrick cuelga ahora allí, un regalo de Fabio: un gesto que cierra un círculo de devoción entre artista, madre y custodio.

La vida de Larry Stanton ofrece un contraste. Murió en 1984, el mismo año en que Angus se mudó a Nueva York. Stanton era magnético, un artista de retratos que capturaba rostros no como símbolos sino como presencias vivas. Fabio describe sus hogares en Nueva York y Fire Island como centros sociales con una rocola en el centro: un estudio de retratos disfrazado de vida entre amigos. Los dibujos incluso tenían números de teléfono en el reverso. La comunidad vivía en el grafito.

Si Angus tenía a Betty, Stanton tenía a Arthur Lambert: amante, coleccionista, custodio. A través de Arthur, Stanton conoció a David Hockney en Los Ángeles a finales de los sesenta, y gracias a él, su obra fue salvaguardada tras su muerte. Estas no son solo anécdotas: son líneas de vida. Sin ellas, no habría historia que contar. El renovado interés en los retratos de Stanton hoy no es solo un cambio de gusto; es una forma de reparar el tejido cultural, restaurando lo que la epidemia del sida y el mercado del arte habían pasado por alto.

Darrel Ellis llevó la historia en otra dirección. Proyectaba fotografías sobre superficies esculpidas de papel, yeso y vendas, y luego volvía a fotografiar los resultados distorsionados. Gran parte de su material de origen provenía de su padre, Thomas Ellis, un fotógrafo asesinado por la policía en 1958, dos meses antes de que Darrel naciera. El hijo construyó un futuro a partir de las imágenes de un pasado que nunca conoció, creando un álbum familiar que abraza tanto el dolor como la imaginación.

*Retrato de Darrel Ellis por Allen Frame, copyright Allen Frame.*

Ellis pasó tiempo en PS1 a principios de los ochenta y trabajó como guardia en el MoMA, al igual que Angus durante esos mismos años. Dos artistas custodiando el museo mientras creaban su propia obra en su tiempo libre. Ese detalle se me queda: ¿con qué frecuencia pasamos por alto al guardia que podría ser un artista cuyo trabajo será importante para todos en treinta años? El reconocimiento de Ellis ha crecido en los últimos años, gracias a la dedicación de su amigo Allen Frame y la persistencia de quienes se negaron a dejar que sus imágenes se desvanecieran. Su arte nos recuerda que cada archivo es también un acto de resurrección.

*Autorretrato después de fotografía de Robert Mapplethorpe, 1989. Cortesía de The Darrel Ellis Estate, Hannah Hoffman, Los Ángeles, y CANDICE MADEY, Nueva York. © Darrel Ellis Estate.*

*Darrel Ellis © Allen Frame.*

La gente puede llamar a *A Visual Diary* una conferencia performática, y lo es, pero el término suena demasiado clínico. En realidad, Fabio está organizando una reunión. Es más un custodio que un conferenciante. Maneja las imágenes y las canciones con cuidado, sabiendo que el material no es neutral y tratándolo como si estuviera prestado por los vivos. Esta atención también afecta al público. Te sientes acogido en lugar de instruido, responsable en lugar de simplemente entretenido.

Hay una razón por la que el tocadiscos es importante. Una canción puede colapsar el tiempo de una manera que una imagen no puede. Baja la aguja y sientes la atmósfera de otra habitación. Fabio usa la música como un puente entre épocas, moviéndose del disco a lo clásico y a las baladas amorosas. Las selecciones funcionan como dramaturgia, no solo como decoración. Permiten que las imágenes respiren y enseñan al público a involucrarse con la historia en lugar de observarla a distancia.

— Lorenza Daverio

Como alguien que vive y trabaja con la fotografía, lo que me impactó profundamente fue cuán central es el lenguaje visual en esta performance. Las fotografías y videos no son solo elementos de apoyo; son su savia. Fabio se mueve a través de ellos con la intuición de quien sabe que las imágenes solo cobran vida cuando se colocan en relación unas con otras. La secuenciación, los fundidos, el ritmo de la proyección, todo hace eco del poder emocional de la proyección de diapositivas: esa forma delicada donde la fotografía y la música se combinan para crear algo más grande que cualquiera de las dos por separado. Me recordó cómo una imagen, cuando se ve en movimiento y en comunidad, deja de ser estática y se convierte en una experiencia compartida.

La obra nunca sermonea, pero es política. Revela con qué facilidad el mundo del arte ignora lo que no encaja en sus tendencias actuales. Muestra cuánto de nuestro patrimonio cultural sobrevive gracias a unas pocas personas que se negaron a dejar que las cosas desaparecieran. Honra a quienes mantuvieron archivos en mesas de cocina y bajo camas, y a los artistas que construyeron pequeños santuarios donde podían ser ellos mismos cuando el mundo exterior era hostil.

— Clara Vannucci

Me encontré agradeciendo a los custodios. A Betty, que aprendió a colgar las pinturas de su hijo en paredes blancas y limpias solo después de que fue libre de hacerlo. A Arthur, que amó a Larry y protegió sus dibujos hasta que el mundo recordó mirarlos de nuevo. A Allen, que se aseguró de que las fotografías de Darrel siguieran hablando. Y a Fabio, que se niega a que todo esto permanezca como un dolor privado. Lo transforma en cuidado público.

Cuando se encendieron las luces, sentí esa rara sensación de que el arte había hecho lo que debe hacer: hacernos más abiertos, más atentos, más humanos. Convirtió el recuerdo en un acto colectivo. Nos pidió no solo que miráramos, sino que sostuviéramos lo que habíamos visto.

*A Visual Diary* no es nostalgia. La nostalgia quiere que el pasado permanezca dorado y distante. Fabio lo trae al presente y nos pide que nos hagamos responsables de él. Los archivos no son objetos; son relaciones. Viven cuando alguien los lleva adelante. La Triennale presentó la obra en el histórico espacio CRT, y ese escenario importaba. Le devolvió el espacio a la ternura, la música y la memoria. Por un momento, la comunidad que una vez existió revivió. Solo en fragmentos volvió a estar completa. Al salir del teatro, pensé: quizás este es el propósito del arte: evitar que el amor se desvanezca en el silencio, preservar la memoria hasta que se convierta en parte de nosotros.

**Créditos**
A VISUAL DIARY
Un viaje a la escena artística queer neoyorquina de los 80
Escrito, dirigido y diseñado por Fabio Cherstich
Diseño de video original por Francesco Sileo
Dramaturgia de Anna Siccardi
Directora asistente Diletta Ferruzzi
Producido por Emilia Romagna Teatro ERT / Teatro Nazionale
Encargado por Triennale Milano Teatro
En colaboración con Visual Aids, NYC
Agradecimientos a La MaMa Theatre, NYC
Próximas funciones:
ERT Bologna, 3–7 diciembre 2025



Preguntas Frecuentes
Por supuesto. Aquí tienes una lista de Preguntas Frecuentes útiles y claras sobre el Diario Visual de Fabio Cherstich.



Preguntas Frecuentes sobre el Diario Visual de Fabio Cherstich



Preguntas Básicas y de Definición



1. ¿Qué es un Diario Visual?

Un Diario Visual es un diario personal que utiliza principalmente imágenes, bocetos, fotos y color para capturar ideas, emociones y observaciones, en lugar de depender solo de palabras escritas.



2. ¿Quién es Fabio Cherstich?

Fabio Cherstich es un artista y guía creativo que popularizó un enfoque específico y consciente para llevar un Diario Visual como herramienta de autodescubrimiento y crecimiento creativo.



3. ¿Necesito ser artista para empezar uno?

Absolutamente no. El Diario Visual es para todos. Se trata de expresión personal, no de crear arte perfecto. El proceso es más importante que el producto final.



4. ¿Cuál es el objetivo principal de llevar este diario?

El objetivo principal es conectar con tu yo interior, procesar tus sentimientos y desbloquear tu creatividad en un espacio libre y sin juicios.



Beneficios y Propósito



5. ¿Cuáles son los beneficios de llevar un Diario Visual?

Puede ayudar a reducir el estrés, mejorar la autoconciencia, superar bloqueos creativos, documentar tu viaje personal y hacerte más observador del mundo que te rodea.



6. ¿En qué se diferencia de un diario normal?

Mientras que un diario normal se centra mucho en el texto, un Diario Visual se comunica primero a través de elementos visuales. Involucra una parte diferente de tu cerebro y a menudo puede expresar cosas que las palabras no pueden.



7. ¿Puede ayudar con el bloqueo creativo?

Sí. El acto de jugar libremente con imágenes y colores sin presión puede evitar al crítico interior y hacer fluir de nuevo las ideas creativas.



Cómo Empezar y Consejos Prácticos



8. ¿Qué materiales necesito para empezar?

Puedes empezar solo con un cuaderno en blanco y un bolígrafo. A mucha gente le gusta añadir una barra de pegamento, revistas viejas, tijeras, acuarelas o lápices de colores, pero la simplicidad es clave.



9. ¿Con qué frecuencia debo trabajar en mi Diario Visual?

No hay una regla estricta. Puede ser a diario, semanalmente o cuando te sientas inspirado. La constancia es útil, pero debería sentirse como un placer, no como una obligación.



10. ¿Qué pongo en una página cuando me siento estancado?

Comienza de manera simple. Pega una foto que te inspire, haz garabatos con un color que coincida con tu estado de ánimo, escribe una única...