En Instagram, mi feed ha dejado atrás los jugos verdes—ahora todo gira alrededor de batidoras y proteínas en polvo. En los gimnasios, las mujeres intercambian recetas de mug cakes proteicos con el mismo entusiasmo que antes reservaban para los smoothie bowls. La proteína ha alcanzado su máximo estatus en la cultura pop, apareciendo en todo, desde mezclas de café hasta brownies e incluso espolvoreada sobre las palomitas. Ya no es solo para culturistas—ahora es parte de la conversación sobre belleza, compartiendo espacio con los retinoides y las mascarillas LED como algo sobre lo que todo el mundo parece tener una opinión.

Durante la mayor parte de mi vida, la proteína me parecía un tema ajeno—específicamente, algo de los chicos de mi gimnasio. Mis soluciones de belleza venían en frascos de vidrio elegantes con cuentagotas, diseñados para verse bonitos en mi tocador. Para mí, la proteína era puramente funcional, poco glamurosa y relevante solo para el crecimiento muscular—algo que obtenía de las comidas sin pensar mucho en ello. No podría decirte mi ingesta diaria porque nunca la registré.

Eso cambió cuando noté que mi piel perdía firmeza, a pesar de mi meticulosa rutina de cuidado. No estaba seca en el sentido habitual—sin descamación ni picazón—pero le faltaba resistencia. Mis mejillas se veían un poco hundidas, mi brillo había desaparecido, e incluso mi base de maquillaje más indulgente se marcaba en nuevas arrugas. Culpé al estrés, las noches tarde o quizás solo al envejecimiento—hasta que una amiga nutricionista me preguntó casualmente: "¿Cuánta proteína estás consumiendo?"

La pregunta pareció fuera de lugar. Pero como más tarde me explicó la dermatóloga Dra. Aditi Sharma, era la pieza faltante. "La proteína es la base que tu piel necesita para producir colágeno, queratina y elastina. Sin suficiente, la piel pierde firmeza, se cura más lentamente y el cabello puede afinarse. No es una solución instantánea, pero una ingesta constante favorece la reparación y resistencia a largo plazo."

La biología no sigue las tendencias de belleza. Los nutricionistas señalan que los aminoácidos—los componentes básicos de las proteínas—son esenciales para las enzimas y hormonas que impulsan la renovación de la piel. También ayudan a regular el azúcar en sangre, lo que puede reducir indirectamente la inflamación cutánea. En resumen, sin suficiente proteína, tu piel intenta reconstruirse sin los materiales adecuados.

No cambié mi dieta de la noche a la mañana ni me obligué a tomar polvos desagradables. En su lugar, hice pequeños ajustes: yogur griego en el desayuno, garbanzos en las ensaladas, quinoa en lugar de arroz, y almendras o edamame tostado como snacks. Los huevos o el pescado a la parrilla se volvieron básicos en la cena. La nutricionista S. Madhu me enseñó que la clave era distribuir la proteína a lo largo del día—no concentrarla en una sola comida.

Madhu recomienda entre 0.8 y 1 gramo de proteína por kilogramo de peso corporal para la mayoría de los adultos, un poco más para personas activas o aquellas enfocadas en la salud de la piel. "No todo el mundo necesita 100 gramos al día—depende del estilo de vida, el peso y otros factores de salud."

En mi primera semana, me excedí—motivada por la emoción y la vanidad—y terminé hinchada y sin energía. Sin suficiente fibra, la proteína puede ralentizar la digestión, y sin agua, sus subproductos pueden dejarte agotada en lugar de energizada.

Meses después de priorizar la proteína por mi piel, el cambio no es drástico, pero es notable. Mi piel se siente más estable—menos reactiva, con menos brotes. Mi rosácea aún actúa (el agua termal y el ácido azelaico ayudan), pero mi rostro ya no luce desinflado al final del día. Incluso mis uñas, antes quebradizas, han mejorado.

La proteína no es una solución rápida—es una inversión lenta y constante. Piensa en ella como el mantenimiento del marco que mantiene todo en su lugar. Los resultados—menos brotes por picos de azúcar en sangre, una barrera cutánea más fuerte y una piel más suave y uniforme—no vienen con la emoción del lanzamiento de un nuevo serum. En cambio, llegan con una ingesta constante de proteína y se mantienen mientras mantengas el hábito. En una industria obsesionada con soluciones rápidas, ese podría ser su atractivo más inesperado.

¿Tienes alguna tendencia de belleza o bienestar sobre la que tengas dudas? ¡Háznoslo saber! Envía un correo a la editora senior de belleza y bienestar de Vogue a beauty@vogue.com.