Esta temporada, Luchino Magliano se alejó de la pasarela y optó por presentar su colección a través de un cortometraje que llamó un "espectáculo sabático". Se apropió de un pequeño cine del centro, transformándolo en "CineMagliano", cambiando la pasarela por la pantalla grande. En tiempos de recursos limitados e incertidumbre global, las marcas pequeñas deben tomar decisiones difíciles, pero las limitaciones suelen despertar la creatividad, y Magliano prospera con eso.

Colaborando con el director británico Thomas Hardiman (conocido por Medusa Deluxe), Magliano abrazó un amor compartido por el encanto excéntrico y lo-fi. Juntos crearon The Maglianic, un viaje surrealista ambientado en un traghetto italiano—un ferry sin lujos donde el confort escasea y los extraños se ven obligados a convivir en espacios reducidos. Un grupo variopinto de fricchettoni de Magliano (la peculiar raza italiana de hippies y excéntricos) aborda el ferry desde Cerdeña hasta la Toscana, pasando la noche jugando a las cartas, robando besos y deambulando inquietos. Al acercarse el amanecer, se reúnen en la proa, observando en silencio cómo la primera luz rompe sobre el mar.

"La noche tiene que pasar", reflexionó Magliano, citando un proverbio napolitano. No importa cuán largo o incierto sea el viaje, la mañana siempre llega.

Este tema de reinicio y reflexión se trasladó a la ropa, donde el espíritu libre del camping inspiró siluetas holgadas y similares a tiendas de campaña—"tiendas para cuerpos inquietos", como lo expresó Magliano. Piezas relajadas y con aspecto usado se mezclaron con detalles técnicos ingeniosos: cordones y cuerdas transformaban abrigos y blazers sobre la marcha, dándoles un aire improvisado. Influencias de la ropa de trabajo aparecieron, suavizadas por el toque reflexivo de Magliano. Los tejidos eran transparentes y livianos, como la bruma marina al amanecer—deliberadamente ambiguos. Capas de organza y gasa se escondían dentro de chaquetas sastreadas, difuminando la estructura con suavidad. Una bufanda doblada en una solapa imitaba el gesto instintivo de ajustar el cuello contra el frío. "Lo llamamos The Dawn Lapel (La Solapa del Alba)", dijo. Cada pieza llevaba poesía, carácter y practicidad—cosidos directamente en el forro.