### Tráiler:

El auge de los deportes femeninos ha dado a las atletas el reconocimiento que merecían desde hace tiempo, pero con la fama llega el peligro. Un aumento alarmante de acoso y hostigamiento—desde fans obsesivos que rastrean cada movimiento hasta amenazas violentas—ha dejado a estrellas como Caitlin Clark, Coco Gauff y Olivia Dunne enfrentando riesgos sin precedentes. La misma accesibilidad que antes hacía sentir íntimos los deportes femeninos ahora alimenta relaciones parasociales peligrosas, difuminando la línea entre admiración y obsesión. Mientras las redes sociales intensifican la pasión de los fanáticos, especialmente en las comunidades Gen Z y LGBTQ+, las atletas navegan una nueva realidad donde la fama tiene un costo aterrador.

### Resumen Parafraseado:

En los últimos años, los deportes femeninos han ganado una popularidad masiva, finalmente dándoles a las atletas el protagonismo que merecen. Pero esta nueva visibilidad también ha traído riesgos alarmantes, con muchas reportando acoso y hostigamiento por parte de fanáticos hombres. Casos destacados incluyen a la estrella de la WNBA Caitlin Clark, la figura del baloncesto de UConn Paige Bueckers, y las tenistas Coco Gauff y Emma Raducanu, quienes han enfrentado situaciones peligrosas.

A diferencia de los atletas hombres, las mujeres en el deporte históricamente han sido más accesibles—interactuando con fans en redes sociales y después de los partidos—lo que ha fomentado un sentido de familiaridad. Pero esta cercanía puede volverse tóxica. Fans han aparecido en hoteles de jugadoras, enviado amenazas racistas y homofóbicas, e incluso han acosado en masa a atletas como la gimnasta de LSU Olivia Dunne.

El problema va más allá del acoso físico. En línea, cuentas de fans en TikTok y Tumblr rastrean obsesivamente a las jugadoras, a veces indagando en sus vidas personales. Los fanáticos queer, en particular, suelen obsesionarse con atletas LGBTQ+ debido a la escasa representación en otros ámbitos. Las atletas universitarias enfrentan riesgos adicionales, ya que otros estudiantes pueden acceder fácilmente a sus horarios o ubicaciones.

El lado oscuro de la fanaticada está escalando, dejando a las atletas vulnerables en formas que nunca anticiparon. Mientras su fama crece, también lo hace el peligro—planteando preguntas urgentes sobre la seguridad en el mundo del deporte femenino.

### Resumen Parafraseado:

Fans abarrotan los partidos de Paige Bueckers, apiñándose en pasillos solo para verla. Aunque agradece el apoyo, reconoce el lado negativo de las redes sociales—donde los fans rastrean cada movimiento de las atletas, desde rutas de autobuses hasta sus estadías en hoteles. Aunque los medios se rieron de su comentario, la realidad no es graciosa para alguien que ha enfrentado a un acosador.

Sin embargo, alejarse de las redes sociales no es una opción para las atletas en la era del NIL (nombre, imagen y semejanza). Con salarios profesionales bajos, ningún sueldo para atletas universitarias y una brecha salarial de género persistente (ninguna mujer apareció en la lista de Forbes 2024 de los 50 atletas mejor pagados), construir una marca personal es crucial para sobrevivir económicamente. Una encuesta de 2024 reveló que el 78% de las atletas profesionales ganan $50,000 o menos en su deporte, haciendo que los patrocinios sean esenciales.

Brian H. Spitzberg, profesor de la Universidad Estatal de San Diego, explica que, en la era de las apuestas deportivas legalizadas y los lucrativos acuerdos NIL, las atletas—especialmente las mujeres—deben promocionarse para asegurar estabilidad financiera. Pero esta visibilidad conlleva riesgos, incluyendo fanáticos obsesivos.

Las atletas están atrapadas en una situación sin salida: necesitan las redes sociales para triunfar, pero enfrentan mayores peligros por ello. La pregunta más grande es si los programas deportivos y las ligas están preparados para protegerlas en esta era de hiperexposición. Hasta ahora, la respuesta parece ser no.

### Párrafo al Estilo de Tráiler:

“No pueden escapar del centro de atención—pero, ¿pueden escapar del peligro?”

En un mundo donde cada movimiento es rastreado y cada publicación es monetizada, atletas como Paige Bueckers enfrentan una elección imposible: construir una marca o arriesgarse a la lucha financiera. Pero la fama tiene un costo—acosadores, fans obsesivos y un sistema que aún no hace lo suficiente para mantenerlas seguras. Con las redes sociales como su salvavidas y su mayor amenaza, la pregunta sigue en el aire: ¿quién está realmente protegiendo a las mujeres que están cambiando el juego? Los riesgos nunca han sido tan altos.