Tráiler:
El segmento de “goodnights” de Saturday Night Live siempre ha sido una tradición entrañable: un momento en el que el elenco, el presentador invitado y el artista musical se unen en un abrazo grupal caótico pero encantador para cerrar el programa. Pero el fin de semana pasado, el cantante de country Morgan Wallen arruinó el ambiente al abandonar el escenario de manera grosera y anticipada, dejando colgado al presentador Mikey Day y enfureciendo a los fanáticos. Desde susurros incómodos hasta un arrogante post en un jet privado, Wallen logró estropear uno de los pocos rituales puros de SNL. ¿Fue ego? ¿Arrogancia? ¿O simplemente mala educación? Sea lo que sea, es una traición a la regla no escrita del programa: sin importar lo malo que haya sido el episodio, te quedas hasta los abrazos. Buen viaje, en efecto.
Resumen parafraseado:
Como fanático de Saturday Night Live desde hace años, siempre he tenido sentimientos encontrados sobre el programa—especialmente después de presentadores polémicos como Elon Musk y Dave Chappelle—pero el segmento de “goodnights” seguía siendo una constante reconfortante. Es el momento final en el que el elenco, el presentador y el artista musical se reúnen para abrazos y despedidas, creando un sentido de camaradería.
Sin embargo, este fin de semana, Morgan Wallen interrumpió esa tradición. Después de susurrar algo al presentador Mikey Day, abandonó abruptamente el escenario antes de que terminaran los créditos, para luego publicar una foto insensible de un jet privado con el pie “Llévenme al país de Dios”.
Los goodnights son sagrados—incluso en los episodios malos, son una oportunidad para que el elenco se una (o finja convincentemente). La falta de respeto de Wallen duele, especialmente al compararla con momentos pasados de calidez genuina, como cuando Seth Meyers consoló a Jenny Slate después de un error en vivo. Entre su actitud y ese corte de pelo, arruinar el ritual de cierre de SNL podría ser su peor ofensa hasta ahora.